Cultivos forrajeros y pastos
Información general
Extremadura con una superficie total de 41.633 km2 dispone de las dos provincias más extensas de España con una importante variabilidad edafoclimática y grandes contrastes de explotación del territorio, donde las dehesas y pastizales ocupan algo más del 50 % de la superficie extremeña, alimentando a una extensa cabaña ganadera, formada principalmente por razas autóctonas.
La dehesa es el agrosistema más representativo de la Península Ibérica. España presenta alrededor de 4 millones de hectáreas de dehesa, de las cuales la mayor parte se encuentran en Extremadura, con aproximadamente 1,43 millones de hectáreas. La dehesa es un ecosistema agrosilvopastoral donde se relacionan de forma conjunta y favorable sus componentes (arbolado, matorral, pastizal y ganado) y que trata de armonizar los aprovechamientos: agrícola, ganadero y forestal proporcionando al ganado que pasta sobre ella la mayoría de sus recursos alimenticios.
Los sistemas adehesados son un paisaje único en el mundo, incluidos por la Unión Europea en sus trabajos sobre paisajes culturales y sistemas agrarios de alto valor natural, cuyo origen se debe en gran parte a la actividad humana a lo largo de toda su historia, con un alto valor ambiental y muy susceptibles a cambios, principalmente debido a que su productividad económica es bastante baja.
La gestión de la dehesa se ha basado tradicionalmente en la autosuficiencia del sistema, con aportes mínimos de energía del exterior, principalmente para el ganado que pastaba en ella, siendo la actividad agrícola en la dehesa una actividad secundaria, aunque necesaria para su conservación, requiriendo un laboreo periódico del terreno para evitar la invasión del terreno por el matorral. El cultivo más frecuente y representativo en la dehesa es el cereal, como la cebada, la avena y el centeno, aunque en los últimos años este último ha desaparecido prácticamente de la dehesa, sustituyéndose por el triticale y cultivándose también, aunque de forma testimonial, algunas leguminosas como el altramuz, en concreto Lupinus luteus (tremosilla). Estos cultivos proporcionan alimento en forma de grano y paja (rastrojeras) a la cabaña ganadera, pero con un rendimiento muy reducido.
Como alternativa, parece tener buenos resultados la siembra de cultivos forrajeros, para su pastoreo y/o posterior siega y henificación o ensilado, resultando fundamental en el mantenimiento de la dehesa y como complemento alimenticio de los pastos en las épocas en que estos escasean en el campo (invierno y verano), y debido a los efectos del cambio climático, en los últimos años la estación otoñal. Por todo ello, queda más que justificada la importancia de los cultivos forrajeros en la alimentación animal en el régimen extensivo.
Los pastos
Los pastos son cualquier producción vegetal que sirve de alimento al ganado, bien en pastoreo o bien como forraje. Las especies herbáceas que conforman los pastos del suroeste de la Península Ibérica presentan una gran diversidad y pertenecen en su gran mayoría a las clases “Pastos de dehesa” y “Pastizales”, constituyendo los pastos de secano y suponiendo la base alimenticia de la ganadería extensiva de la región extremeña. Aunque, tampoco hay que olvidar las grandes extensiones que suponen las praderas de regadío en el norte de la región extremeña, por su elevada importancia territorial, social y económica.
La mayoría de los pastizales de las zonas adehesadas son pastos mediterráneos acidófilos vivaces, altos y relativamente densos y estacionales (con agostamiento estival), dominados principalmente por gramíneas, aunque dependiendo de la zona, estarán formados por unas especies u otras, la mayoría de los pastizales pertenecen al tipo Agrostion castellanae.
La actividad del hombre en los últimos años sobre la dehesa ha sido aclarar los árboles y controlar el estrato arbustivo, para que los árboles se desarrollarán mejor y dieran más frutos, provocando a su vez la estabilización del pastizal, aumentando su presencia y mejorando su composición, al incrementarse la radiación solar que incidía sobre él, como consecuencia del aclareo y la falta de competencia con el estrato arbustivo.
Los pastos se encuentran formados por una gran cantidad de especies, determinadas principalmente por el suelo sobre el que se asientan, la climatología que les afecta, las especies leñosas con las que conviven, el ganado que los pasta y las decisiones que se tomen en cuanto al manejo, que determinarán las cargas ganaderas que puedan admitir dichos pastos.
Generalmente la productividad y calidad de los pastos viene determinada por la mayor o menor presencia de gramíneas y leguminosas pratenses existentes en la comunidad herbácea. Este hecho viene determinada por: la elevada capacidad de las gramíneas (poa, lolium, bromo, etc.) de producir materia seca y el alto contenido proteico y la capacidad que presentan las leguminosas (tréboles subterráneos, medicagos anuales, ornithopus, etc.) de fijar nitrógeno atmosférico, enriqueciendo el suelo de este nutriente para el crecimiento de las gramíneas, entre otras muchas razones, siendo un indicador bastante fiable para la valorización de los pastizales el equilibrio entre estas dos grandes familias de herbáceas.
En este sentido, el área de Pastos y Cultivos Forrajeros del CICYTEX lleva trabajando sobre la conservación de los recursos genéticos de las especies de leguminosas pratenses anuales desde los años 60, mediante el mantenimiento del Banco de Germoplasma de Semillas de Leguminosas Pratenses Anuales incluido dentro de la Red de Colecciones del Programa Nacional de Conservación y Utilización Sostenible de los Recursos Fitogenéticos para la Agricultura y la Alimentación.
La explotación racional de los pastos permite disponer de una diversidad y composición botánica en equilibrio a lo largo del tiempo, manteniéndose la calidad y productividad de la comunidad pascícola, aunque para ello, en muchas ocasiones, debido a la degradación que presentan, sea necesario realizar una serie de acciones integradas para mantener o recuperar la biodiversidad original de dichos pastos. Las principales herramientas en las que se engloban estas acciones para la mejora de los pastos son:
Eliminación racional de la competencia de especies arbustivas y arbóreas.
Disposición y mejora de las infraestructuras del pastoreo (cercados y puntos de agua).
Aprovechamiento racional de los pastos mediante un manejo de cargas adecuado en tiempo y forma.
Introducción de especies pratenses en la comunidad herbácea.
Fertilización de los pastos.
En la actualidad, todos los informes sobre el estado de la biodiversidad en el mundo demuestran cómo se ha visto reducida en las últimas décadas, proceso que junto con la deforestación y el fraccionamiento de los ecosistemas, la emisión acelerada de gases de efecto invernadero, el cambio climático, la desertización, la contaminación, la desigualdad y la pobreza están suponiendo una situación de cambio global, con grandes repercusiones sociales, económicas y medioambientales.
En este sentido, los ecosistemas mediterráneos extensivos con modelos de gestión tradicionales, en muchos casos diversificados disponen de niveles más altos de eficiencia y diversidad genética, aunque muchos de ellos se encuentran degradados, otros, sometidos a un estrés moderado están simplemente alterados y son sobre los que hay que prestar especial atención.
El mantenimiento de esta biodiversidad en los pastos permite su adaptación ante las posibles perturbaciones, amortiguando sus efectos y permitiéndoles volver al estado de equilibrio, como ocurre en la actualidad con el cambio climático. Este equilibrio, en cuanto a especies, hace que los pastos ofrezcan un importante y eficiente servicio ecosistémico, cada vez más importante en la lucha contra el cambio climático como es la fijación de carbono, puesto de manifiesto desde hace años por la Unión Europea y recientemente reflejado en la nueva Política Agraria Comunitaria (PAC).
La nueva PAC dentro de los pagos que contempla, se encuentran los eco-esquemas, pagos específicos y voluntarios para los solicitantes que lleven a cabo prácticas beneficiosas para el clima y el medio ambiente. Indicándose como una de estas prácticas destinadas a la preservación y mejora del contenido en carbono orgánico de los suelos, el mantenimiento de pastos y cubiertas en tierras de cultivo y el uso racional de los pastos.
Banco de Germoplasma
El Banco de Germoplasma de semillas pratenses y forrajeras del CICYTEX dispone de 4.431 ecotipos del género Trifolium, 1.091 del género Medicago, 588 del género Ornithopus y 308 del género Biserrula, entre otros. Además del mantenimiento y conservación de las semillas del banco, se llevaba a cabo la caracterización agronómica de dichas especies pratenses, a la que se ha sumado en la actualidad, la caracterización morfológica, fisiológica y radiométrica de las mismas, con objeto de complementar los enfoques convencionales del fitomejoramiento y establecer sus perfiles ambientales, sobre todo desde el punto de vista de la capacidad que presentan dichas especies ante el estrés por calor, sequía, eficiencia en el uso del nitrógeno y del fósforo y en la fijación de carbono, en definitiva, evaluar su adaptación y lucha contra el cambio climático.
La caracterización radiométrica permite establecer una biblioteca espectral de dichas especies pratenses y de los suelos de Extremadura sobre los que se asientan, generando la posibilidad de desarrollar de forma rápida, económica y sostenible distintos modelos predictivos para la estimación de la producción y calidad de los pastos y otros modelos sobre los cultivos forrajeros, cereales y leguminosas grano para evaluar su fertilización, calidad, características antinutricionales, etc.
Plan de Mejora
En el área se continua desarrollando un plan de mejora de las principales especies pratenses y cultivos forrajeros de la dehesa, con intención de constituir mezclas biodiversas y productivas, de calidad, con capacidad de adaptación a las condiciones edafoclimáticas de Extremadura y para amortiguar los estreses climáticos impredecibles como la sequía, calor, frío, etc. debido a que las condiciones climáticas serán cada vez más variables debido al cambio climático. Para ello se están considerando una serie de criterios para evaluar las variedades de cada uno de los géneros y proceder a la selección de las especies pratenses:
Factores de persistencia:
Un adecuado balance de madurez con el medio ambiente.
Alta producción de semilla, con capacidad para el enterramiento de los glomérulos o para formar semilla viable sobre la superficie del suelo.
Dureza seminal y latencia.
Resistencia a insectos y enfermedades.
Tolerancia al pastoreo.
Factores de producción:
Crecimiento temprano (Precocidad).
Bajo contenido estrogénico.
Buena palatabilidad.
Adaptación a distintos tipos de terreno.
En la actualidad, el plan de mejora se apoya en el empleo de técnicas radiométricas y de inteligencia artificial, asociadas a marcadores moleculares, en algunos casos, con el fin de obtener datos objetivos para realizar el fitomejoramiento de las especies pratenses y forrajeras.
La radiometría espectral es una herramienta de selección muy potente que nos proporciona la posibilidad de evaluar los caracteres de un alto número de genotipos por si sola, con una mayor eficiencia en la evaluación de los caracteres fisiológicos y con el potencial suficiente como para conseguir genotipos con un mayor potencial de rendimiento y mejorar la respuesta ante los estreses. Técnica que permite evaluar distintos índices espectrales con los que relacionar los aspectos de la fisiología de las plantas, tales como crecimiento vegetativo, estado hídrico, etc.
Cultivos Forrajeros
Normalmente, la siembra de cultivos forrajeros se realiza en solitario (cereales forrajeros y triticale de doble aptitud) o en mezcla de los mismos. Esta asociación suele estar compuesta por gramíneas y leguminosas, fundamentalmente. Como gramíneas se pueden citar el triticale, la avena, el centeno, la cebada, el trigo y el raigrás y como leguminosas el altramuz, los yeros, la almorta, los habines, la veza y el guisante proteaginoso.
Los cereales más utilizados en las mezclas forrajeras son el triticale y la avena, que son un recurso de gran utilidad en las explotaciones de dehesa por su fácil establecimiento, su segura producción y la sencillez de su aprovechamiento. El raigrás tiene un establecimiento más lento que los cereales, pero tras el corte alcanza ritmos de crecimiento más altos si la humedad y fertilización son adecuadas.
De las leguminosas, los yeros y la almorta se han ensayado poco en España, por lo que la falta de información y la dificultad en encontrar semilla hacen que no se utilicen en las mezclas forrajeras. Los altramuces apenas se utilizan también, siendo el principal, un ecotipo portugués denominado tremosilla (Lupinus luteus), que se cultiva para forraje en países como Alemania, Polonia y Rusia, existiendo variedades con apenas contenido en alcaloides, vainas indehiscentes, con poca dureza seminal y resistentes a fusarium, pero en España su adaptación no ha sido buena. En ensayos realizados en los últimos años en la finca La Orden, se ha evidenciado que los altramuces y los habines, en cultivo asociado con cereales, no han conseguido un buen establecimiento después de la siembra.
Las mezclas de leguminosas forrajeras anuales con cereales de invierno para la producción de forrajes se utilizan desde hace tiempo en la región mediterránea. El cultivo asociado de leguminosas forrajeras con cereales de invierno puede ofrecer ventajas sobre la siembra individual de estos cultivos en la producción de forraje, sobre todo en zonas de dehesa, donde se realiza una agricultura de bajos insumos. En base a lo anteriormente expuesto y en las condiciones de secano y de la dehesa extremeña, los cultivos más prometedores y más utilizados en los últimos años por los agricultores para establecer las mezclas forrajeras son: triticale, avena, raigrás, veza y guisante proteaginoso.
Estos cinco cultivos están perfectamente adaptados a las áreas de cultivo de Extremadura, tanto en el secano cerealista como en la dehesa. No obstante, hay que tener en cuenta las fechas y densidad de siembra, el tipo de suelo, las restricciones climáticas, etc. para su buena implantación.
La volatilidad de los precios y la baja calidad de las materias primas existentes en el mercado, hace del autoabastecimiento una opción muy extendida en explotaciones extensivas. Por tanto, con la siembra de mezclas forrajeras (cereal-leguminosa) se trata de reducir la dependencia de insumos forrajeros externos, mediante la producción en la propia explotación de forrajes con alto valor nutritivo y a bajo coste.
En el CICYTEX se están evaluando diferentes mezclas de cereal-leguminosa como: avena-veza, triticale-veza, avena-guisante y triticale-guisante en diferentes dosis de siembra y momentos de siega, para que sirvan de orientación a los ganaderos a la hora de optimizar la planificación de sus explotaciones.